lunes, 19 de septiembre de 2016

PERPENDICULARIDAD PERDIDA



No sé en qué momento pasó. No sé en qué momento me perdí. Lo  último que recuerdo de mi es que iba avanzando perpendicularmente al camino, incluso era incapaz siquiera de escribir sobre conflictos.

Fue justamente la reflexión del tema que  me llevó a un sinsabor gris y patagónico.  Sucedió como si la verdad comenzara a mostrarse lentamente: La  Aletheia. “A-letheia aquello que no está oculto”. Esta palabra no existía en la Grecia presocrática, es por eso que Parménides tuvo que inventarla.

Tal vez el conflicto salió a flote cuando comencé a ver y percibir  la verdad que siempre estuvo frente a mí y yo, tan miope que soy, no la podía percibir. Tan crédula que soy, que siempre justifiqué todo; tan pequeña que soy, que dejaba pasar todo por alto. Me di cuenta que las flores que decoraban mi alma ya no eran suficientes; necesitaba un jardín con más cemento, ceniciento; gris, solido; que me hiciera sentir menos; que me anestesiara; que me hiciera ignorar la indiferencia que sin desearla me regalaban. Algo que me permitiera exagerar menos, tener todo bajo control, aun reconociendo mi caótico orden. Que me permitiera sumergirme en la verdad local y que me trajera a flote, para poder continuar avanzando perpendicularmente al camino.


Las gafas y lentes me permiten disimular; la lluvia siempre hace que andes con la miraba baja. Al pronunciar las palabras que describen la realidad - y al mismo tiempo darse cuenta de ella -  es donde se produce la catarsis individual que te muestra la verdad. Tal vez un poco menos que catarsis (porque no te liberas de nada, solo asimilas), es apenas el paso de lo emocional a lo racional: el encuentro entre ambos. La contemplación de sí mismo en el escenario en que se encuentra, con todos los detalles estéticos, poéticos, prácticos, concretos y reales: es la palabra pronunciada hecha realidad, es la perspectiva concreta, sin subterfugios, sin prismas, humos ni neblina: lisa y llana. Verdad es verse existencialmente cohesionado en el escenario completo: Es admitirse y admitirlo, asimilarlo y asimilarse, enfrentarlo y enfrentarse – unir los fragmentos de sí -, aguantarse y aguantarlo, resistirlo, comunicarlo.

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