jueves, 18 de febrero de 2016

Cortos. Esas inspiraciones cotidianas escritas en borrador.

Si es efecto colateral,  yo no sé. Si es mera casualidad, tampoco lo sé. Tal vez sea intuición, sorpresa, magnetismo, silencio, timidez, alegría, ausencia, calidez, asombro.
Asombro de los pequeños milagros, de la sorpresa de que dos caminos se crucen así, al acaso, sin previo aviso. Te miro y me sorprendo, me sorprendo  y me asusto. Me asusto y me rio. Y es sonrisa tacita, debes perdonarme, soy un monosílabo ambulante, soy la extraña mujer que vive en mi. Soy lo que parezco, multiplicado por diez. Y si te complican los números, soy un espejismo, una sombra de lo que ves.

&

Él es abstracto, anónimo, distante, mudo, casi incógnito; pero presente. Y tú,  que eres concreto, sujeto, substantivo propio, existente verbalmente, audible; te me ausentas.

&
Cuando pienso en la muerte, viene un puñal de hielo y atraviesa mi corazón.

&

-Oye, que has viajado harto. ¿Y nunca has echado raíces?
-No. La tierra soy yo, y puedo florecer en cualquier lugar.


&

El otro día fui a comprar un repuesto de vehículo para un amigo. Con alegría me encomendé a tal labor. Fui a la tienda de repuestos (que minutos después comprobé que no son “tiendas” propiamente tal) y pregunté por lo que buscaba.
Confieso que no soy machista ni feminista (por lo menos no como popularmente se entienden los términos), pero al entrar, inmediatamente me sentí en otro mundo: un universo gris, con un idioma difícil – no saben cuánto me costó pronunciar la palabra hachis/chasis!, aún no sé su fonética – con tuercas y estética cuadrada, practica, mecánica. Nunca me había sentido en un “mundo de hombres”. No tenía información de absolutamente nada, y ni siquiera podía improvisar. Por un momento me vi observando todo desde el hemisferio izquierdo del cerebro: un salto a la predominancia del cerebro masculino. Un paso neurocientífico.
No encontré el repuesto que buscaba, y fue insólito que no hubiese una alternativa; algo que se le pareciese; como cuando llevamos una talla 38 si es que no encontramos 36; o un zapato 36 si es que no hay 35; todo depende del modelo, ¿no?. Pero en este mundo de tuercas, no. Es que al parecer en este universo las cosas son o no son,  no existe medio término: las respuestas son cortas y fáciles.
Me declaro totalmente extranjera e ignorante en este nuevo cosmos al que entré hoy en la tarde. Extranjera, pero curiosa. Obtendré un pasaporte, o por lo menos una visa de turista.

&


Es necesario permitirse un momento de desesperación.

No hay comentarios: